Cuentan que un día llegó a Villaverde de Lucerna un peregrino pidiendo limosna. Fue puerta por puerta pero nadie le abrió. Al llegar al horno, unas mujeres que estaban cociendo pan se apiadaron de él y le invitaron a entrar para que se calentara y comiera un poco. Metieron un poco más de masa en el horno para él y ésta creció tanto que el pan se salió del horno. Las mujeres asustadas…